Menú Cerrar

Cómo aprender mejor en línea

Primera parte

La emergencia sanitaria por COVID 19 hizo sentir sus efectos en prácticamente todas las dimensiones de nuestra vida.  En diversos foros se ha mencionado que la pandemia vino a acelerar una tendencia, ya iniciada hace algunos lustros, caracterizada por la superposición de los mundos virtual y físico.  Dos mundos que no pueden ya vivirse de manera separada y que se viven como en una especie de ensamblaje en un continuo dentro-fuera, o mejor dicho, realidad física-realidad virtual, tal como una banda de Moebius (Sánchez, 2010).

Podría decirse que, una gran parte de la población parecía estar preparada para esta convivencia de los mundos virtual y físico, siempre y cuando, las actividades sociales se desenvolvieran predominantemente en el mundo físico, y lo virtual fuera lo excepcional o, por lo menos, minoritario.  Ahora que estos pesos se han invertido como producto del aislamiento obligado, emergen sensaciones de que algo no está funcionando como se debe; algo nos ha sido arrebatado. Los procesos formativos en ambientes virtuales, no son la excepción de ello. 

Para muchos estudiantes, de todas las edades, los procesos formativos que se han implementado como producto de la emergencia sanitaria no han sido por completo satisfactorios.  Estas experiencias ponen en la mesa de discusión si es que la virtualidad puede ofrecer  la misma calidad que la presencial.  En opinión de los expertos en el campo, la educación virtual  puede ser tan valiosa como la que se da cara a cara; pero es un hecho, nadie estaba preparado para la generalización de  prácticas formativas en estos medios. Ni estudiantes, ni profesores.

Con el propósito de sondear la opinión de estudiantes adultos de un diplomado de Diseño Curricular, sobre los aspectos que favorecen o entorpecen el aprendizaje en línea, se realizó  una entrevista cerrada  por medio de mensajes de voz de WhatsApp.  

El mensaje de voz que se envió a todas fue: 

“Contesta, con base en tu experiencia de los cursos que has tomado en estos meses de confinamiento por la emergencia sanitaria global, las siguientes preguntas:

a.     ¿Qué acciones, prácticas o rasgos del docente favorecen el aprendizaje en entornos virtuales?

b.     ¿Qué acciones, prácticas o rasgos del docente dificultan o entorpecen el aprendizaje en entornos virtuales?

c.     ¿Qué acciones, prácticas, características o hábitos tuyos como estudiante crees que han facilitado el aprendizaje en línea?

d.     ¿Qué acciones, prácticas, características o hábitos tuyos como estudiante crees que te han dificultado el aprendizaje en línea?

e.     ¿Qué cambios o mejoras pedirías a docentes y a estudiantes para construir ambientes más favorecedores para el aprendizaje en línea?”

Las respuestas fueron recibidas por medio de mensaje de voz.  En esta primera entrega presentaremos  una síntesis de las respuestas a las dos primeras preguntas:

Rasgos del docente que favorecen el aprendizaje en línea
Compromiso con sus estudiantes. Disposición a dar apoyos de diverso orden a sus estudiantes.  Manejo hábil de plataformas tanto para la distribución de contenido como para la comunicación y contacto con sus estudiantes. Interés por incorporar nuevas herramientas digitales para mejorar su práctica. Versatilidad en el empleo de herramientas tecnológicas diversas que pueda usar de acuerdo con los recursos, habilidades  y características de  grupos diversos.Claridad en los encuadres de las sesiones: aprendizajes y actividades planeadas, criterios y procedimientos de evaluación y normas de convivencia digital. Fomento de la participación e interacción entre los estudiantes. Dominio de las temáticas. Gestión óptima de participaciones para evitar desviarse de la temática y el objetivo. Comunicación verbal y escrita clara y concisa. Inclusión de los contenidos fundamentales, evitando la saturación. Canales de comunicación directos con sus estudiantes para solventar dudas o en caso de apoyos específicos.
Rasgos del docente que dificultan o entorpecen el  aprendizaje en línea
Resistencia a incorporar a la tecnología en su quehacer profesional y en su vida cotidiana. Tener miedo a equivocarse frente a sus estudiantes. Poca atención a los diversos ritmos y necesidades de sus estudiantes. Exposiciones largas sin propiciar la interacción. Proponer actividades de aprendizaje que no exijan análisis y pensamiento crítico. Proponer actividades de aprendizaje poco desafiantes. Mensajes verbales y de texto muy extensos, poco claros y concisos. Insuficiente dominio de la temática. Mala gestión de las interacciones provocando dispersión poca concentración. No contar con planes de mitigación para la continuidad del programa, en caso de cualquier eventualidad.

A reserva que en la siguiente entrega, además de la síntesis de las preguntas restantes, se presente las conclusiones generales, de manera preliminar se puede observar que muchas de las demandas para un buen profesor están vinculadas con su presencia pedagógica consistente con sus estudiantes:  su interés por apoyar, por encontrar diversas formas de mediación con el  contenido, y lo más importante, es que se reconoce la fortalezas que implica la interacción para el logro de aprendizajes profundos y significativos.

En la siguiente entrega, ahondaremos un poco más en la importancia de reconocer y atender la voz de nuestros estudiantes para la conformación de ambientes propicios para el aprendizaje.

Mtra. Leticia Nava

 

1 comentario

  1. Aída Araceli Ortiz Sandoval

    Felicitar a la Mtra. Leticia Nava, yo soy orientadora educativa en una preparatoria oficial, también realicé un cuestionario a mis alumnos sobre el tema y los resultados son prácticamente los mismos.
    Definitivamente es un reto para docentes, estudiantes, directivos y padres de familia adaptarnos de la mejor manera posible a la educación a distancia, para aprovechar al máximo sus beneficios y desarrollar nuevas habilidades.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *